Lo encontré una mañana colgando de un roble. Nadie preguntará por él. Todos seguirán adelante sin cambios, quizás ahora se sientan una leve pérdida de algo que no saben nombrar… algo como una compañía, algo como una emoción, algo como una parte de su historia, pero se callarán y creerán que es sólo que están envejeciendo. Desamarré la soga y sin poderlo detener, su cuerpo se estrelló brutalmente con la hierba. Pesaba muchísimo, pero es comprensible con todo lo que el pobre cargaba. Traté de aliviar su cuello y cavé una tumba muy rudimentaria para él. Al menos eso merece. Antes de partir tomé un pedazo de corteza y lo incrusté en la tierra húmeda. Grabé en él un breve epitafio y me marché, esperando que alguien al pasar por ahí fuera amable y lo leyera: «Murió por no tener una historia propia. Aquí yace el narrador Omnisciente.»
hace poco leí un libro que por cierto te recomiendo mucho llamado El libro del cementerio de Neil Gaiman donde en alguna parte de la historia te platican de una niña bruja que no tiene un epitafio o algo que señale donde murió, tu historia me recordó a esto, La muerte de alguien que esta pero no esta con su epitafio esperando a que alguien lo lea
No hay necesidad de poder dejar un mensaje en la vida, aunque es todo lo que las personas buscan dejar un huella en el mundo o para una persona.