Las manos son misteriosas. Guardan secretos que escapan a nosotros. Las cruzan líneas pretéritas y también cicatrices del porvenir. ¿Qué me aguarda en mis manos?
En el valle rosáceo de mis palmas hay símbolos que aún no sé leer. Quise leerlos sin magias, como un niño. Encontré senderos dejados por hormigas que alguna vez viajaron por mi piel, quizás en sueños. Hay algunos ríos minúsculos que dividen, y por ellos quiero creer que han navegado pequeñísimos veleros con la ilusión de descubrir otras islas. En ocasiones los dedos se alargan, como si quisieran alejarse, despegarse; tal vez seguir cada uno su camino liberados del destino centrífugo que los ata… pero siempre se quedan y a veces se acercan, se doblan como árboles persiguiendo su sombra y se encuentran en el centro, en una hondonada y juntos hacen un cántaro, un refugio, unas veces para la lluvia, otras para piedras u hojas secas; tal vez para un pájaro pequeño y en contadas ocasiones para otras manos.
En estos mapas cambiantes se halla la historia. En ellos residen las voces que nos nombran, las letras que nos escriben. Es en estas páginas donde está el primer braille; el tacto dirá todo de nosotros. Yo sigo buscando, leyendo; esperando que en algún momento una línea me revele tu llegada para entonces cerrar mi mano y resguardar la tuya y compartir símbolos, senderos, ríos, refugios…
Agradable interpretación del misterio de las manos, que refleja la persona que eres ahora.
Carla, primero que nada qué gusto saber de ti y segundo, ni cómo agradecerte tanto elogio! Y sobre todo, agradecerte que te tomes un ratito para leerme. Gracias!